Introducción:

Actualmente el deporte es considerado por los expertos como la mejor herramienta para integrar a los niños, porque a través de la actividad física y deportiva aprenden a socializar con nuevos compañeros, a ganar y compartir triunfos, incluso perder y saber aguantar la frustración, o a bien experimentar emociones, a desarrollar lazos de colaboración entre ellos, a vencer la timidez o caso contrario la impulsividad, reducir la ansiedad, a promover los valores como el respeto al entrenador, compañeros árbitros, rivales. Cualidades que apoyan para incrementar el nivel de confianza y autoestima en la que los padres de familia juegan un rol muy importante. Vemos con alegría cada vez más como se incrementa la participación de las madres y padres en la práctica deportiva de sus hijos ya sea, acompañándolos, animándolos y en el peor de los casos teniendo comportamientos negativos con sus hijos y con quien está a cargo de la dirección de juego o entrenamientos. El deporte infantil ha producido un nuevo conglomerado de padres que se han convertido en aficionados, fanáticos, educadores, entrenadores y en alguno que otro “peligro” razón por lo que ocurre esto ya sea porque algunos esperan que sus hijos se conviertan en profesionales exitosos ya sea en Jetter, Messi o Lebron. Resulta habitual que muchos esperan o desean que su hijo gane todo porque sus victorias son sus propios éxitos y es la forma de sentirse orgullosos del heredero, y de presumir de el con sus amigos o bien en el trabajo. “los hay aquellos que proyectan lo que no pudieron lograr por sí mismos (sueños frustrados) y ven en su hijo la oportunidad de éxito del cual ellos carecieron. Existen otros que carecen de autocontrol, durante el partido de sus hijos. Por desgracia existe un grupo cada día más frecuente “caso Cuauhtémoc” de padres que con cierta facilidad e inmadurez cruzan los límites al pensar que saben más o simplemente no están de acuerdo con el cuerpo técnico, aun sabiendo que están mal, pero que su mala, escasa educación o bien ausencia de valores los hace comportarse como personas poco cívicas, desconsideradas y en algunos casos groseras, situación que comparto con Patricia Ramírez Psicóloga del deporte y salud. Muchos padres olvidan que son un modelo de conducta a seguir para sus hijos y para el resto del equipo, ese rol con lleva mucha responsabilidad por que los niños absorben y copian todo lo que los adultos hacen, por lo que el comportamiento de los padres siempre debe ser ejemplar: tomando en cuenta que a los hijos les quita sentirse orgullosos de sus padres y en cambio la pasan muy mal cuando se les avergüenzan sobre todo con acciones reprobables que en ocasiones realizan son padres en las gradas con ademanes y gritos a diferentes actores del juego (ojo con esto padres de fam. La felicidad de los niños está por encima de todo. Siéntase bien con lo que realice, ya sea que gane o pierda, juegue todo o porte del partido. Felicítelo por participar, más que por competir, su hijo hace deporte por gusto y no para vivir de él.

Los tipos de padres de familia en el deporte

Existen una gran diversidad de padres/madres los cuales tienen comportamientos muy diversos en cuanto la actitud que deben asumir en la corresponsabilidad que comparten con otros actores en el desarrollo deportivo de sus hijos, por lo cual desarrollaremos algunos tipos “los más frecuentes” en donde cada uno de ellos “padres” se puedan ubicar y sobre todo hacer algunos ajustes para ubicarse en el tipo de padre que deben ser para beneficio de su hijo de acuerdo al objetivo, que contribuya al mejor desempeño deportivo.

Padre fanático: Aquel que se pierde del objetivo que el deporte ofrece como medio integrador de un desarrollo deportivo. Se apasiona demasiado, no respeta las reglas, utiliza vocabulario hostil, ve con buenos ojos los engaños o la violencia si con ello se obtiene la victoria.

Padre deportivamente frustrado: Aquellos que por diversas razones no pueden o pudieron lograr el éxito deportivo que hubieran deseado. Suelen escoger para sus hijos el mismo deporte en el que ellos fracasaron, sin tener en cuenta las preferencias de los niños y algo peor aún las cualidades que poseen, dicho de otra manera, fuerzan a los pequeños, cierta actitud suele provocar rechazo u odio hacia el deporte, razón por la cual, en cuanto pueden decidir por sí mismos sobre la preferencia deportiva, optan por abandonar todo lo relacionado con la actividad deportiva. O por lo menos en la que han sido presionados a participar.

Padre entrenador: Es aquel que generalmente busca un hijo deportista de alto rendimiento, como regla general prefiere el entrenamiento exhaustivo que el placer del juego. Provocando con ello riesgos fisiológicos y psicológicos ya que el niño en su estructura física y mental no sienta preparado para cierto tipo de sobre fatiga. También este tipo de padres tienden a desestimar los consejos de los entrenadores, ya que piensan, actúan y sienten que todo lo saben, se cree Guardiola o Alex Cora y proporcionan instrucciones desde la grada en ocasiones contrarias a la del entrenador provocando el desconcierto del niño.

Padre competitivo: Le exige a su hijo que juegue, se prepare y en cada partido como si fuera lo más importante en la vida, olvidando que su hijo no es un profesional y que el deporte va más allá de competir a cualquier precio.

Padre toxico: De que los hay los hay padres que no se dan cuenta que avergüenza a cualquier niño, por sus actitudes en las gradas, cuestiona al entrenador, falta al respeto a otros niños o bien le grita una bola de improperios insultando al árbitro o al rival. Es el padre que nadie querría tener.

Padre sobre protector: Es aquel que aun consiente de los riesgos que se corren en la actividad deportiva trata de protegerlo con una serie de implementos que en algunos casos resultan de más esto sería en el mejor de los casos, ya que suelen preferir que juegue en el Nintendo que en la cancha deportiva. Con esta actitud inhiben el derecho fundamental del niño de jugar, de relacionarse en un ambiente social, colectivo y grupal.

Padre deportivo: Por el contrario, este tipo de padres apoya la práctica deportiva entendida esta como un proceso formativo integral que fomenta la relación social y que realmente toma en serio los intereses del niño por encima de los propios, sabe distinguir entre la peligrosidad y la sobreprotección, incluso cada vez que hay oportunidad, practica la actividad física. Hace ver la importancia que el deporte escolar tiene como finalidad, que es la recreación y socialización por encima de los resultados deportivos, “el deporte como medio y no como fin”. Enseña a ganar con humildad y a perder con dignidad y deportividad. Recrimina la falta de respeto por los compañeros rivales, entrenadores o árbitros.

Padre chofer: Más claro que el agua de un manantial. Se encarga de llevar y traer a su hijo de los entrenamientos y competiciones, casi casi ve o utiliza el tiempo de entrenamiento como guardería, sin embargo, su prioridad aun sin involucrarse es que su hijo practique y sea feliz y lo consigue a través del deporte.

Padre positivo: También los hay por supuesto, son los que siempre tienen una palabra de aliento y en el momento justo, que les transmite aliento, seguridad y que anima, refuerza y se preocupa por los entrenamientos y juegos de su pequeño.

Padre comprometido: Este papá va más allá, se involucra en el deporte de su hijo en el club o equipo al que pertenece y en la formación de los pequeños, además es activo en la promoción de los valores en el equipo deportivo y participa con entusiasmo en las diferentes actividades que se promueven en el equipo con la finalidad de lograr los objetivos planeados.

Conclusión

Toda aquella persona que lea este artículo es padre, reflexione sobre su comportamiento, que intente observar a otros cuando tienen comportamientos que rayan en lo ridículo, claro que habrá que observar y valorar a los que tienen un comportamiento que sirva como guía y modelo para los demás y vea eso como PADRE DEPORTIVO es lo que realmente requiere su hijo/a aprender de las experiencias acumuladas de algunos profesores, entrenadores, educadores y demás personas que ya tienen experiencias y que nunca se dejan influir por padres como algunos casos que hemos citado con antelación, ayudarles también a cambiar hábitos y actitudes.

Bibliografía

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